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ESG: Gobernanza Social y Medioambiental
En 2004, el ex Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, escribió una poderosa carta a 55 directores generales de finanzas y gestión de activos de todo el mundo, en la que les pedía que estudiaran el papel que desempeñan en la construcción de un mundo más sostenible para las generaciones futuras. Pidió a estos líderes financieros internacionales y profesionales de la inversión que adoptaran y acogieran los factores medioambientales, sociales y de gobernanza (ASG) en sus prácticas de inversión y toma de decisiones corporativas, para conectar a los inversores con la ayuda a la resolución de algunos de los problemas globales más críticos y complejos a los que nos enfrentamos hoy en día. Aunque su visión no fue aceptada inicialmente por los gestores de inversiones, la carta de Annan acabó dando lugar a la iniciativa de los Principios de Inversión Responsable (PRI), y a una alianza de más de 2.000 empresas de gestión financiera -como BlackRock y JP Morgan- que se comprometieron a informar anualmente sobre sus carteras de inversión responsable.
Dos años más tarde, Annan, respaldado por la fuerza de la ONU, lanzó la iniciativa PRI en la Bolsa de Nueva York. Hoy en día, el PRI es un próspero marco de principios para construir un sistema financiero mundial consciente y sostenible, incorporando las cuestiones ASG a las estrategias de inversión. Sentó las bases del actual movimiento de inversión ASG, que comenzó a remodelar las finanzas internacionales mucho antes de la pandemia de 2020 y antes de que el malestar mundial por la injusticia racial y la desigualdad social pasara a primer plano de la concienciación y el activismo en todo el mundo.
Hoy en día, la inversión ASG ha pasado de ser una historia secundaria de una clase de inversión agradable y positiva a un titular de primera plana de un proceso de inversión sostenible imprescindible, consciente y concienzudo, que reflexiona largo y tendido sobre el impacto a largo plazo de una empresa en la sociedad y el medio ambiente tanto o más que sobre los resultados empresariales de la organización. La inversión ASG consiste en integrar y adoptar las cuestiones sociales y medioambientales en los modelos y estrategias empresariales existentes, o en transformarlos por completo, con el razonamiento subyacente de que dirigir una empresa responsable generará mejores resultados de inversión a largo plazo, y de que es posible que las empresas tengan éxito y obtengan beneficios, pero sin dejar de hacer el bien en el mundo.
Es posible que las empresas tengan éxito y obtengan beneficios, pero sin dejar de hacer el bien en el mundo.
Preocupaciones medioambientales
Cambio climático
A principios de septiembre de 2020, la temperatura en Los Ángeles alcanzó los 121 grados, la más alta jamás registrada en el condado de Los Ángeles, según el Servicio Meteorológico Nacional. El cambio climático está ocurriendo ante nuestros ojos. Las condiciones meteorológicas extremas, desde incendios forestales y huracanes hasta inundaciones y temperaturas récord, destruyen infraestructuras y comunidades y pueden devastar economías enteras. El destructivo impacto medioambiental del cambio climático está impulsando y reconfigurando las finanzas y la economía mundial.
Sostenibilidad
Los consumidores exigen prácticas sostenibles a las empresas a las que compran y en las que invierten; quieren apoyar a empresas con prácticas empresariales éticas que protejan la calidad del aire y del agua, la tierra y la salud pública, y a aquellas que reduzcan los riesgos medioambientales y den prioridad a la lucha contra el cambio climático y a la sostenibilidad por encima del beneficio. Prestan atención a los factores que causan estragos en nuestro planeta, como las emisiones tóxicas, la huella de carbono, la contaminación, los materiales peligrosos, los envases y los residuos, y buscan empresas con altos valores ESG, que apliquen prácticas sostenibles como edificios ecológicos, energías renovables, cadenas de suministro sostenibles, conservación y abastecimiento de materias primas.
Las organizaciones que adoptan medidas para combatir el cambio climático e incorporan prácticas sostenibles tienen más probabilidades de obtener mayores beneficios económicos.